Aunque la Videovigilancia IP funciona de forma similar al tradicional circuito analógico CCTV, la diferencia más importante es que las cámaras IP digitalizan las imágenes que captan, eliminando así la necesidad de convertir a analógico la señal. Estos datos digitales en formato de paquetes de red IP se pueden transmitir a la sala de control local o bien se pueden enviar remotamente para monitorización externa. Gracias al empleo del protocolo IP no es necesario ni cables especiales ni ninguna instalación más allá de la red local o el acceso a Internet en caso de monitorización externa, que puede realizarse desde un PC o un Mac o incluso desde dispositivos móviles como iPad/iPhone o Smartphones/Tablets Android. Por supuesto, las cámaras IP necesitan alimentación eléctrica, pero pueden tomarla de la red local usando PoE (Power over Ethernet), minimizando así el cableado necesario.
Otras ventajas incluyen la integración de audio y de detectores de movimiento en las cámaras, de forma que son capaces de enviar una notificación de alarma por correo electrónico para reducir la necesidad de personal de seguridad.